martes, 27 de septiembre de 2011

El problema de la obesidad en los niños afecta también a los sectores pobres


Un análisis del estado nutricional de la población infantil en Catamarca determinó que, en consonancia con la transición global de las formas tradicionales de alimentación y los cambios en los estilos de vida, se asiste a un nuevo paradigma nutricional en los niños.


Se produjo una transición de estilos de alimentación tradicionales que afectó a los niños


Mientras que en la década del ‘80 la patología o el problema prevalente era la desnutrición infantil, a partir de los ‘90 hasta la actualidad el problema es el sobrepeso y la obesidad en los niños.

En la provincia de Catamarca la aparición de sobrepeso y obesidad en la población infantil y adulta constituye un problema tan alarmante como la existencia de niveles importantes de obesidad en chicos muy pequeños, por ejemplo en edad preescolar. Así lo establece un trabajo de investigación, a cargo de Delia Beatriz Lomaglio, licenciada en Antropología y doctora en Ciencias Naturales, que analizó el crecimiento y estado nutricional en niños de la provincia en las dos últimas décadas.

El análisis evidenció que, respecto de la década del ‘80, en Catamarca bajó el porcentaje de desnutrición y aumentó en forma notable el porcentaje de sobrepeso y obesidad. En aquellos años la obesidad no existía y la cantidad de niños con sobrepeso en la provincia era muy baja. En la actualidad, un 20 por ciento de la población infantil tiene problemas de exceso de peso.

“En este estudio analizamos el estado nutricional, el crecimiento, el peso de nacimiento y cómo varió la desnutrición respecto del sobrepeso y la obesidad. Y, fundamentalmente, quisimos analizar la composición corporal de la población infantil a lo largo de los últimos 30 años a partir del fenómeno de transición nutricional que se da en la provincia”, indicó la directora del proyecto.

Este fenómeno consiste en abandonar de manera paulatina los modos de alimentación tradicionales y adoptar otros nuevos. Por ejemplo, incorporar alimentos con más contenido calórico, graso, frituras, alimentos procesados, comida “chatarra”, golosinas, gaseosas. Es decir que el incremento de estos productos en la dieta cotidiana marca una diferencia en relación a lo que se comía hace 30 años, de tipo más tradicional, natural y elaborado en casa.

De acuerdo con la investigadora, esto responde a un cambio a nivel global en las pautas de alimentación habituales: “Se produce una transición de estilos de alimentación tradicionales para adoptar otros que son foráneos y que se vinculan con la globalización mundial”. Esta transición va acompañada de un cambio en los estilos de vida, puesto que se abandona cada vez más la actividad física, no sólo la deportiva, sino también el hábito de caminar. Estos cambios repercuten en la salud de la población, tanto infantil como adulta.

Para el estudio, se tomaron datos en toda la provincia tanto en zonas urbanas como rurales de todas las clases socioeconómicas y en función de la altitud, poblaciones asentadas hasta los mil metros sobre el nivel del mar, entre mil y tres mil y por sobre tres mil. Por último, se comparó la información recolectada con un estudio realizado en la década del ‘80, también dirigido por Lomaglio. La muestra abarca alrededor de 6.000 niños en edad escolar con 35.000 medidas antropométricas.

“Antes se decía que la obesidad era de los ricos y la desnutrición, de los pobres. Ahora tenemos que hablar de la obesidad en la pobreza, porque en los sectores de la población más vulnerables la alimentación se basa en alimentos de menor costo, ricos en hidratos de carbono y calorías vacías. Así, la obesidad es un factor de riesgo para otro tipo de enfermedades como la aparición de la diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, niveles de colesterol altos, entre otros”, detalló Lomaglio.

Tanto la desnutrición como la obesidad infantil son las dos puntas de un mismo problema: una deficiente alimentación, sumada a las condiciones en las que vive la población. Por ello, “se debería poner un alerta en lo que consideramos la educación alimentaria en la población, porque existe la creencia de que es sano que un niño sea gordito y es al contrario. Cuanto antes se ataque ese problema mejor se podrá evitar que desarrolle estas complicaciones en el estado adulto”, subrayó la especialista.

La investigadora consideró que es importante que las madres realicen un monitoreo de sus niños desde el hogar para ver cómo van creciendo, y “si ven que su peso se dispara y puede tender al sobrepeso u obesidad, consultar inmediatamente con el médico. Hay que desterrar la idea de que la gordura en los chicos es saludable”.

Fuente: Universidad Nacional de Catamarca

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